La impunidad es la madre de la corrupción. Sus hijos: la inseguridad, pobreza, marginación, hambre, frustración e incredulidad institucional, entre otros terribles vástagos. Un símbolo de infinito que pareciera no tener solución. Los discursos deben aterrizarse en la operación de acciones disruptivas de efecto social a corto y mediano plazos.
Leer nota completa: