Ojalá nos hubiéramos anticipado al pasado 24 de febrero, día de la Bandera Nacional, en el que, seguramente, los responsables de la organización del evento e izado de nuestra magna bandera utilizada ese día deben estar en un justificado arresto. Quizá, los hubiéramos salvado a galope al percatarnos de las patas de nuestra águila real relucir antes que su cresta imponente.
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